
El delincuente suele ser el producto de la indiferencia paterna, de la incompetencia del educador, parto del subdesarrollo social y económico, de la cobardía del empresario, de la incomprensión del prójimo, personalidad patológica no tratada. Al delincuente lo vestimos con los harapos de nuestra indiferencia, le sancionamos a veces con medidas punitivas inadecuadas y desfasadas, le buscamos un vertedero lejos de nuestro roce, porque, aunque reconozcamos que es un ser humano, dudamos de esta realidad y no nos interesa su convivencia.
Cuando valoramos el hecho delictivo y juzgamos su contenido, estamos jugando a representar una “cow boy” -mejor llamada western- de buenos y malos. En la exposición moral, social, ética del delito, tenemos necesidad de utilizar la dicotomía del bien y del mal y creamos un clima utópico donde el delincuente se traga vorazmente lo malo y el ciudadano que no delinque deglute plácidamente lo bueno.
El desprecio hacia el delincuente se produce por una falsa autoestima plus-valorativa de del individuo que forma el juicio crítico, porque en la estimación de los valores delincuenciales -que generalmente se desconocen- solamente aflora el hombre con independencia de sus limitaciones, o acercándonos al pensamiento de Alexander y Staub, tenemos una visión unilateral del “yo” y nos queda oculta la circunstancia. Ante esta apreciación universal el “yo” resulta orlado de una imperfección manifiesta y el hombre que ha delinquido se desdibuja del concepto de humanidad para transformarse en un ser ajeno a las medidas ortodoxas de lo que entendemos por hombre.
CATEGORIZACIÓN DE LA DELINCUENCIA
PROFESIONALES
Se dedican a operaciones de atraco a mano armada, robo con escándalo y otras formas directas de rapiña en la propiedad ajena. Tan grande es la habilidad de estos individuos que no obstante recurrir a la coerción y amenazar a sus victimas con la violencia física, rara vez se ven obligados a emplearla.
Se muestran orgullosos de ser especialistas hábiles y ven en sus hazañas delictuosas un medio de vida lucrativo y satisfactorio. Suelen tener relaciones maritales de tipo normal. Aunque proceden de diversos sectores socioeconómicos, el más frecuente es el de la clase media.
Casi todos los individuos clasificados en esta categoría proceden de familias normales y relativamente integradas. Su caída en la delincuencia no puede achacarse a ninguna especie de situación familiar conflictiva.
SEMIPROFESIONALES
Estos semiprofesionales se consideran a si mismos delincuentes. Se creen victimas de una sociedad corrompida. Muestran una mayor hostilidad y antagonismo. Miran despectivamente los empleos y los trabajos convencionales, alegando el pretexto de que únicamente los imbéciles trabajan.
Con frecuencia es posible observar que sus resentimientos y amarguras, van dirigidas a sus mismos progenitores, a las instituciones de la sociedad, escuelas y grupos sociales.
Muchos de ellos pasan una buena parte de sus primeros años de adultos recluidos en instituciones penales donde sus compañeros los ven con desconfianza por sus actitudes conformistas.
Estos semiprofesionales contraen generalmente algún compromiso de tipo matrimonial pero se caracterizan por ser inestables.
Los semiprofesionales suelen adquirir desde una edad muy temprana sus actitudes hostiles hacia la sociedad y además son un producto de un medio ambiente refractario en general a la policía y a los programas correccionales
EFECTOS DE LA DELINCUENCIA
Los efectos negativos en las personas e instituciones, en el gobierno y la sociedad, son diversos, por lo que han lesionado la institucionalidad y la mentalidad de los mexicanos y podrían afectar la transición integral de México, que no es sólo democrática, sino también el cambio de la impunidad a la vigencia real del Estado de Derecho destacamos algunos efectos:
- Temor y desconfianza entre las personas que se manifiesta en más alarmas, rejas, armas, instrumentos y mecanismos de protección; y en sus continuos comentarios.
- Resentimiento de las víctimas con deseos y acciones de venganza para hacerse justicia por propia mano, derivando incluso en linchamientos.
- Grave deterioro de la credibilidad e imagen de las instituciones de seguridad pública y justicia penal.
- "Doble lenguaje" en varios funcionarios y policías que hablan como si creyeran en la ley y la justicia mientras maquinan su beneficio económico como resultado de la corrupción, complicidad e injusticia.
- Círculo vicioso en la sociedad y el gobierno: algunos funcionarios al dar la apariencia de ser desbordados por la delincuencia organizada, piensan en medidas represivas. La sociedad, angustiada en consecuencia, reclama agresivamente y propone medidas radicales.
- Escepticismo y decepción de la sociedad que espera cambios y resultados que no se están logrando.
- Alto costo de la seguridad pública y de la inseguridad en México. .
- Escepticismo del ciudadano para denunciar.
PREVENCIÓN
La prevención de la delincuencia, en especial la delincuencia infantil y juvenil, es parte esencial de la prevención del delito en la sociedad. Para poder prevenir eficazmente la delincuencia juvenil es necesario que toda la sociedad procure un desarrollo armónico de los adolescentes y respete y cultive su personalidad a partir de la primera infancia. A continuación presentamos algunos métodos de prevención:
- Se acepta en la actualidad que el tratamiento del delincuente, adolescente y adulto, considerado desde el punto de vista individual, no es un problema meramente policial y penal sino uno de re-educación y readaptación social.
- Lograr un desarrollo completo y oportuno de la personalidad es el mejor método preventivo para evitar las tendencias anormales de la conducta social del individuo. La personalidad alcanza su madurez en forma normal cuando se desarrolla en un ambiente favorable.
- La influencia de la familia y particularmente la de los padres sobre el niño determina en gran parte la actitud del individuo adulto hacia la sociedad.
- El diagnostico temprano y la corrección de los problemas de la personalidad y de conducta anormal pueden prevenir futura delincuencia